Las leyes son
expresiones humanas, como sus creadores, éstas, tienen áreas grises y otras
claro-obscuras.
Es difícil no
colocarme en la cabeza del jurisconsulto incluso del filósofo,
aquel que me recuerda la constante pelea entre juristas y
moralistas, entre aquellos que consideran a la ley como una expresión de la
conducta moral –recta- que se chocan contra leyes que son simplemente la
expresión del poder y una tendencia política del momento, mientras los otros
solo entienden al derecho como estático ordenador de la sociedad, aquel que
dice la ley es la ley a pesar que pase el tiempo y cambien las sociedades.
Siempre nos
preguntamos durante los años de estudio… porque las leyes cambian tanto en este
país, porque nos contradecimos y nos retractamos constantemente en un sistema
jurídico de por sí complejo como el nuestro… ¿Caminamos la senda de la justicia
momentánea o simplemente buscamos acomodar las fichas de nuestras normas para
favorecer al mejor postor?
Un familiar muy
querido al que constantemente aconsejo sobre sus múltiples problemas judiciales
me dice… ¿Por qué un juez permite que mi cónyuge que no es ya mi pareja se
quede con la casa que yo pagué que yo luche mientras él nunca trabajó…?
Mi corazón y mi alma
que no saben de leyes ni quieren saber de ellas porque mantienen pura su
esencia de escritora… me hacen meditar en la lógica de ella. ¿Por qué las leyes deben observar fríamente
como ella es perjudicada por un marido que la lastimó física, psicológica y
económicamente?, ¿Por qué en casos similares de tipo civil el legislador prevé
sanciones o limitaciones al beneficiario de un bien o ganancial?
¿Hasta qué punto las
leyes imparten justicia? ¿Hasta qué punto los legistas entienden hechos comunes de la sociedad,
cual es el límite en que la rectitud de la ley puede convertirla en inhumana?
Quizás no han pasado
los años suficientes para que vea casos sin pensar en un cierto nivel de
moralidad que no compagina con la ley humana.
Y quizás solo quizás
ahora empiece a decirle a mis clientes que estén por casarse… recuerde…
Uno
sabe con quién se casa pero nunca sabe de quien se divorcia.